La nueva arquitectura: más humana, ética y sustentable 

Por Karen Grass, arquitecta y asesora CES

La explotación masiva de recursos naturales: madera, metales, minerales y combustibles fósiles ha llevado a la humanidad a una situación crítica. Hoy, estamos inmersos según los científicos, en la sexta extinción masiva a nivel planetario, precisamente, debido a nuestra irresponsabilidad. A nuestros antepasados podemos perdonarles pasos en falso debido a su ignorancia, pero, frente a las innumerables alertas de la ciencia nuestra generación no tiene excusa alguna para no cambiar la forma en que explota y consume los recursos. 

El concepto de sustentabilidad debiera incorporarse en toda la malla curricular universitaria, con énfasis en el diseño bioclimático en arquitectura. La mala calidad del aire está afectando a ciudades como Coyhaique, Temuco, Valdivia, Chillán, Osorno, Los Ángeles, Santiago, Talca, Curicó y Rancagua, cuyos índices han empeorado en los últimos años. Por eso, urgen estrategias orientadas a energías renovables no convencionales (ERNC), mejoramiento del transporte público, reciclaje y reutilización. 

En Temuco, se han incorporado mejoras a la vivienda financiadas por el Estado, que adicionan aislación térmica en las cubiertas para que las personas consuman menos leña destinada a calefacción. Pero el resultado no ha sido el esperado. La mayoría de las viviendas unifamiliares se han ampliado a segundo piso, por lo que una cubierta con mayor índice de aislación térmica ha provocado que en verano el segundo piso sea inhabitable durante las horas en que se concentra el calor. Además, los segundos pisos de estructura ligera, carecen de la inercia térmica (masa) necesaria para retardar el calentamiento. Asimismo, las ventanas no propician la ventilación natural cruzada, lo que ha aumentado el consumo de energía, para paliar el calor. 

En Punta Arenas, un estudio comprobó que, para una vivienda estándar de madera, se llegaban a producir hasta cuatro renovaciones de aire al interior, debido a la mala hermeticidad de las terminaciones, es decir, el aire interior se recambia hasta cuatro veces por hora, adicionales a la ventilación. ¿Qué calefacción podría con ello?

Es hora de aplicar la inteligencia del diseño bioclimático, que considera el clima exterior y se adapta a él; y de tomar acciones orientadas al ahorro en el consumo de agua y energía. Un buen diseño bioclimático puede lograr importantes ahorros del consumo total anual de energía. En este aspecto, una vivienda que se diseña para captar radiación solar en invierno y acumularla, con buen nivel de ventilación, higiénica en invierno y más intensa en verano, con protección de la radiación solar en las horas más calurosas, puede ahorrar -en climas de tipo mediterráneo- hasta un 10% del consumo total anual de energía. Por eso, el diseño bioclimático siempre considera el clima. 

Ya no hay tiempo. No solo la arquitectura se ha quedado sin excusas, en toda carrera profesional el enfoque debe ir hacia el ser humano, la sustentabilidad y el diseño ético y responsable.