LA IMPORTANCIA DEL CONFORT AMBIENTAL EN LAS SALAS DE CLASES

Por Esteban Montenegro, jefe del Área de Arquitectura del Departamento de Infraestructura y Equipamiento Educacional del Mineduc.

El Decreto 548 del Ministerio de Educación, establece que las salas de clases de educación básica y media deben contar con una temperatura interior de 12 grados, en tanto que las de educación parvularia, 15 grados, lo que claramente se hace insuficiente. 

Ha sido muy difícil modificar ese decreto por diferentes motivos, ya que este se aplica a toda la infraestructura escolar y no solo a la pública, y obviamente aumentar estándares implica costos.

Sin embargo, dado que era necesario mejorar las condiciones de confort ambiental para los estudiantes, el Mineduc estableció que toda la construcción nueva financiada por el Estado tuviese mejores estándares. En ese sentido, el ministerio tuvo una participación activa desde el proceso de elaboración de la herramienta nacional Certificación Edificio Sustentable (CES) -apoyada por el MOP, CChC, Colegio de Arquitectos, Instituto de la Construcción, Minvu y Ministerio de Energía- y puso gran interés en su promoción, lo que se ve avalado por la incorporación, a partir del año 2015, de la exigencia de certificación CES en todos los proyectos de reposición.

De hecho, aun antes de que surgiera Certificación Edificio Sustentable, la cartera ya exigía criterios de sustentabilidad apoyados en ese momento por estándares propios o del Ministerio de Obras Públicas. Al implementarse CES fue posible asegurar la verificación de una tercera parte, lo que entrega el respaldo necesario a las autoridades de que el diseño tuviese ciertas condiciones de confort térmico, acústico, calidad del aire, etc.

Este hecho se vuelve relevante, sobre todo considerando que la experiencia acumulada en la última década, y en especial en los proyectos conjuntos con el Mineduc, Unesco y el BID, avalan la importancia de asegurar buenas condiciones de confort térmico, acústico, visual y de calidad del aire al interior de los espacios educativos, dado el impacto positivo que tendrían sobre el desempeño y el bienestar de estudiantes, docentes y comunidad educativa en general.

Esto, sumado al fomento de la responsabilidad ambiental y a la optimización de los costos de operación, hace que la certificación CES se convierta en una excelente herramienta para promover un nuevo estándar en las edificaciones escolares públicas.

De esta manera, en la actualidad tres establecimientos cuentan con la certificación: la Escuela Manuel Anabalón de Panguipulli, la primera certificada (2015), la Escuela Libertador Bernardo O’Higgins de Tocopilla (2017), y el Liceo Experimental Artístico de Quinta Normal (2018). Asimismo, 35 escuelas están en proceso de certificación CES.

Y es que la diversidad de construcciones, ubicaciones y materialidades que sin duda tendrán las diversas obras son abordadas muy bien debido a la amplitud de la Certificación Edificio Sustentable, que es una herramienta local, adaptable a nuestra industria, en términos de diferencias climáticas, geográficas y de énfasis regionales.

Por ejemplo, en el sur de Chile, la Escuela Manuel Anabalón de Panguipulli alcanza temperaturas interiores dentro del rango de confort, incluso los niños han indicado que las salas son “levemente calurosas”, y su consumo en calefacción, basado en un sistema de caldera de pellets y radiadores de agua, corresponde a $4.500.000 por año (consumo aproximado de 33 a 37 kWh/m2 año).

Asimismo, profesionales del Mineduc que han visitado colegios de la zona sur del país, específicamente de la Región de la Araucanía, han notado el cambio en los edificios que aplican criterios de sustentabilidad -aunque no estén certificados CES-, visualizando que a la fecha de mayo-junio, aún no era necesario el uso de calefacción, versus otros de la misma zona que no tenían los estándares sustentables, ya estaban con calefacción, incluso al interior del aula, con los problemas de contaminación intradomiciliaria que ello acarrea.