Certificaciones: una vitrina para la sustentabilidad

Por Paola Molina, arquitecta, representante del Colegio de Arquitectos en Comité Directivo de CES

Tenemos varios desafíos por delante desde el área de la construcción, como garantizar espacios adecuados para este retorno a una “normalidad” en modo post-covid, lo que nos impulsa a poner en acción nuestra creatividad, eficiencia y capacidad para concretar las ideas.

Posteriormente se nos viene una sostenida recesión a nivel global, donde la eficiencia de los recursos y de las gestiones serán claves, en un entorno donde la calidad del ambiente interior ha quedado expuesta y donde las personas han puesto en valor el confort de los espacios habitables.

En este nuevo escenario no es prioritaria la cantidad, sino que la calidad toma una relevancia fundamental.

Frente a estos desafíos nuestro país en relación a los demás países de América Latina tiene exigencias aún más altas, al tener en la mitad de su territorio climas más fríos, no tan benignos y con bastante población, lo que nos obliga a tener mejores estándares de la calidad de la envolvente de nuestros edificios, la protección frente al frío además del calor.

Políticas en el pasado en el área de educación donde existía un prototipo de infraestructura de escuelas que se replicaba de Arica a Punta Arenas con igual calidad constructiva, en estos tiempos dejó de ser admisible, debido a que claramente el resultado no puede ser bueno para todos con los antecedentes y conocimientos que hoy contamos dada la diversidad cultural, geográfica y climática.

Hay que reconocer que es difícil mejorar lo que no es tan evidente, porque la calidad del ambiente interior de un recinto no es visible como lo son las terminaciones, por lo que muchos usuarios aún no tienen estas consideraciones a la vista a la hora de seleccionar viviendas y oficinas, aunque cada vez crece los potenciales clientes están más informados, lo mismo se extiende hacia otras áreas sobre todo en el ámbito privado como la industria, centros comerciales, centros educacionales, etc., donde el mandante (inmobiliarias, inversionistas) no valora en su inversión la eficiencia energética con calidad de ambiente interior, la calidad de iluminación natural y artificial, calidad y eficiencia del agua, etc. o bien los mandantes a pesar de tener una voluntad de hacer buenos proyectos con base sustentable, no tiene claridad del alcance de los puntos antes mencionados, para poder exigir que sea bien ejecutado. 

A raíz de lo mencionado anteriormente hoy se ven varios proyectos bajo el concepto de “greenwashing”, proyectos que dicen ser sustentables, pero en realidad sus apuestas son muy básicas, no logrando un buen desempeño cuantificable o han sido mal ejecutadas por falta de conocimiento y asesoría.

Es en este punto donde se vuelve importante dar valor y destacar como herramienta para incorporar en la compra o encargo de proyecto, el que cuente con Certificaciones Sustentables y Sellos de Eficiencia Energética, que hacen visible todo lo invisible.

Por otra parte como país tenemos acuerdos que cumplir, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) mandatados en las Naciones Unidas como referente para el desarrollo de los países, además de la “espada de Damocles” de los efectos del Cambio Climático que cada día se hacen más visibles, lo cual ha llevado a los países, dentro de los que se encuentra el nuestro, a suscribir la carbono neutralidad al año 2050, que es un desafío enorme y acorde a la necesidad de estos tiempos, pero que requiere de la voluntad de todos los sectores y máxima premura en acuerdos y acciones para poder llevarlo a cabo y salir airosos con un desarrollo futuro viable.

El tiempo es escaso, para lograr ser carbono neutrales al 2050 necesitamos poner en marcha todas las acciones necesarias antes del 2030, sino no se logrará por la inercia que los cambios necesarios conllevan y el 2030 está a la vuelta de la esquina.

La buena noticia es que no partimos de cero, tenemos un buen camino avanzado, quizás el primer tercio más difícil que es aunar visiones y poner en marcha acuerdos entre diferentes instituciones y herramientas para trabajar de manera más fluida e interactiva entre todos los actores que convoca la edificación sustentable en todo su ciclo de vida en nuestro país.

Una institución muy valiosa para este propósito ha sido el instituto de la Construcción (IC) que reúne a instituciones público-privadas representativas a nivel nacional, que permite ir posicionando visiones y acuerdos para el desarrollo futuro. Hoy además existe en el IC una comisión permanente de trabajo que busca generar y consolidar lineamientos de avance entorno a la Construcción Sustentable en Chile, además de desarrollar hace algunos años la Certificación de Edificio Sustentable(CES) que abarca toda la edificación no residencial, la cual se encuentra en proceso de ser actualizada y mejorada, que junto al Calificación Energética de Vivienda (CEV), la Certificación de Vivienda Sustentable(CVS) y los Estándares de Construcción Sustentable del MINVU, y los Términos de Referencia (TDR) del MOP nos permiten contar con herramientas disponibles en nuestro mercado de acuerdo a nuestras necesidades locales y los desafíos que se nos plantean.

Por lo que sumarse como mandantes a tomar decisiones hoy con visión de futuro incorporando las certificaciones sustentables mencionadas, para que sea viable, requiere sólo de la voluntad y una visión clara para avanzar en este camino, que responde a las necesidades que hoy se plantean de Futuro y de mejorar la calidad de vida de las personas de manera cuantificable.

Los desafíos actuales para el sector son incorporar mecanismos de medición de datos a las edificaciones, que permitan mejorar su desempeño y armar una hoja de ruta 2050 hacia la carbono neutralidad en el área de la edificación, que incluye todo el ciclo de vida desde la planificación, el diseño, la construcción, la operación y demolición, aspirando en un buen escenario a quedar plasmado en los NDC de Chile, referente a aporte de los Edificios en el Capítulo de Ciudad.

El sector público hoy muestra una clara voluntad de avanzar en esta materia al incorporar hace algunos años el requerimiento de CES a los edificios de uso público, por otro lado, al aprobarse la Ley de Eficiencia Energética pronto llevará a que la Calificación Energética de Vivienda (CEV) sea obligatoria para todas las nuevas construcciones, sumándose a las existente Certificación de Edificios Sustentables (CES), la puesta en marcha desde enero pasado de la Certificación de Vivienda Sustentable de carácter voluntario y la esperada pronta actualización de la Reglamentación Térmica, ya en aplicación en las ciudades con Planes de Descontaminación Ambiental (PDA). 

Ahora es el turno del sector privado de subirse a estas iniciativas y aplicarlas en todos sus proyectos.